Una rutina no es otra cosa que el hábito que adquirimos para hacer algo de una forma determinada, haciendo que no tengamos que pensar tanto en nuestras decisiones en el día a día. Deben de ser esquemas diseñados por y para nosotros, teniendo en cuenta nuestros recursos y nuestro tiempo, y que realmente sean funcionales para la vida que tenemos.
En algún momento, todos nos quejamos de la rutina y buscamos romperla de una forma u otra. Socialmente, sobre todo en los últimos años, la rutina se ve como algo más negativo debido a la increíble necesidad de cambio constante, de sorpresa o imprevisibilidad. Pero las rutinas son necesarias para sobrevivir y disfrutar de nuestra vida lo máximo posible, y tiene una gran cantidad de beneficios a tener en cuenta.
Las rutinas nos hacen sentirnos seguros porque hacen que nos sintamos preparados para lo que viene. Es decir, predecimos cómo será nuestro día a día y nos permite vivir centrados en las cosas que nos importan y no en tener que estar constantemente preparando nuestros siguientes pasos. Cómo la rutina es predecible, funcionamos en automático, lo que hace que nuestra percepción del esfuerzo que hacemos sea menor. Cuando hacemos una cosa o serie de cosas repetidas veces, nuestro cerebro crea esquemas que hace que estas acciones sean más sencillas y rápidas, haciendo que no requieran la atención necesaria al principio.
Crear una rutina no solo nos hace sentir seguros, sino que también nos hace sentir algo más en control de nuestra propia vida. Nos ayuda a organizarnos, a hacer tiempo para una tarea u otra según la rutina creada, y facilita el que podamos disfrutar del tiempo que tenemos libre sin la presión de planificar el resto de nuestras responsabilidades.
Otro beneficio de las rutinas es que nos ayuda a disfrutar de los cambios que se den en ella. Las rutinas no están hechas para seguirlas a rajatabla para siempre: deben de ser flexibles. Son esquemas a seguir, pero no un horario a respetar siempre. Hay que ser capaces de disfrutar de los días libres, de los cambios de planes, de no ir al gimnasio un día para quedar con un amigo, o dormir un poco menos una noche porque nos hemos quedado viendo nuestra serie favorita.
El crear una rutina diaria también es algo beneficioso para los niños, pues les aporta seguridad y permiten que se organicen mejor. Si la rutina además es conjunta en la unidad familiar, el niño aprenderá valores como la cooperación y la perseveración, además de mejorar el ambiente entre los diferentes roles de la familia.
Esto significa que una vez consigamos mantener una rutina consistente con nuestra vida, no solo el cerebro hará que sea más fácil seguirla, es que conseguiremos ir modificándola poco a poco para conseguir algo nuevo dentro de lo cotidiano.